Columnas de Opinión

A mediados de abril, y como un evento que hace más histórica para Colombia la Cumbre de las Américas en Cartagena, se cumplirá el cierre de las etapas previas para que entre en operación definitiva el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

El choque de manos entre los presidentes Juan Manuel Santos y Barack Obama constituye, en consecuencia, la apertura de un universo de oportunidades agotadoramente buscadas durante casi una década pero, al mismo tiempo, emergen serias amenazas por la mayor exposición que habrá de la economía colombiana a los hechos externos, cuya volatilidad se está volviendo cada vez más común.

De ahí que se haga más perentorio que nos ubiquemos exactamente para saber el lugar donde estamos y también donde deberíamos estar en un horizonte de varios años en el Caribe colombiano en materia de comercio exterior. Sobre todo, cuando se cree de manera razonable, no emocional, que las ventajas geográficas y la comprobación de un mejor momento en la región nos hace competitivos, ganadores, en los escenarios del TLC con los Estados Unidos y con la mayoría de otros cincuenta países en el mundo con que Colombia espera tener tratados de libre comercio en operación a fines del 2014 para triplicar sus exportaciones no mineras y mantener las mineras.

Tiene por lo anteriormente escrito plena justificación el foro que estamos promoviendo en alianza con la Universidad del Norte, Combarranquilla, Analdex y otros. ¿Cuál es la estrategia para el crecimiento? ¿Qué hay que hacer urgente para acceder a los mercados que se nos abren? ¿Cómo proteger, en el marco de los tratados suscritos y por suscribir, nuestra producción y el empleo? ¿Qué papel juega el Estado en sus diferentes niveles?, ¿la cultura empresarial que tenemos sirve para hacer negocios o debe cambiar?, ¿en qué productos deberíamos especializarnos para aprovechar los nichos en el exterior?, ¿qué debe ser primero en logística?, ¿qué hacer en transporte?, y así sucesivamente.

Las experiencias internacionales con la entrada en operación de los tratados de libre comercio con los Estados Unidos muestran un dinamismo inmediato del comercio, superior al crecimiento del Producto Interno Bruto en una relación de tres a uno. Es decir, que si Colombia crece al 5% es esperable un crecimiento del 15% del comercio. Se ha previsto que habría mercado inmediato para 402 productos colombianos y la consolidación de un centenar. Luego, las proyecciones invitan al optimismo.

Mirando el caso particular de Barranquilla, los clusters o aglomeraciones empresariales (en metalmecánica, salud y farmacia, alimentos, entre otros) tienen ventajas aprovechables. El auge de inversiones, por relocalización o inversión extranjera directa, da esperanzas respecto al TLC con los Estados Unidos, la Unión Europea y los mercados ya reconocidos y actuantes (Venezuela, Chile, México, etc). Pero ojo con los factores de competitividad donde hay un evidente atraso: transporte multimodal, logística, justicia, capacidades profesionales, entre otros.

Uno de los mensajes principales es que tenemos que pellizcarnos porque Obama viene a mover lo que por tanto tiempo no pudo ser movido y, si no se desarrolló la agenda interna en varios años, como hemos visto, ahora sí ya no hay tiempo que perder. El foro del jueves tiene entre sus objetivos, por lo tanto, inspirar voluntades para que se haga lo que debe hacerse sin más dilaciones.

No es tarea fácil negociar con los empresarios de los Estados Unidos si se tiene en cuenta, por ejemplo, las grandes diferencias en productividad, si la colombiana es apenas el 24% de la norteamericana. Es imperativa la unidad de la Región para hacer frente a una competencia tan desafiante.

Editorial EL HERALDO
Marzo 26 de 2012