“Su éxito y viabilidad depende directamente de la capacidad institucional del estado, donde se regule su funcionamiento, y se brinden las condiciones necesarias para su potencialización”, José Polo-Otero.
La remuneración económica es lo de menos en este tipo de emprendimiento. Lo que realmente suma es el impacto social en la sociedad.

En un paradigma se ha convertido la actual generación que escucha música, ve televisión, tuitea y hasta juega en el smarthphone. Todo al mismo tiempo.

No alejado de los retos de la globalización, los  jóvenes son capaces de emprender con proyectos en los que demuestran sus habilidades sin temor a lo desconocido.

En la actualidad, también intervienen en procesos empresariales con ideas innovadoras.

Entre estos roles que desarrollan está el emprendimiento social, en el que son capaces de propiciar escenarios para beneficiar a la comunidad sin adquirir remuneración económica, con el único interés de crear impacto social.

José Polo-Otero, director del Centro de Estudios Sobre Innovación (CESI) y del Instituto de Estudios Económicos del Caribe (IEEC) de la Universidad del Norte, describe el emprendimiento social como las “actividades económicas orientadas a satisfacer necesidades colectivas en dimensiones sociales, medioambientales y de acceso a recursos financieros”.

Explica que este tipo de emprendimientos combinan la lógica de las empresas privadas con los propósitos básicos de las instituciones públicas o sin ánimos de lucro, es por tanto, que su tratamiento debe ser diferente al de las ONG y al de las empresas privadas convencionales.

Programas con impacto social. Un ejemplo de emprendimiento social es el que vienen liderando los hermanos Jorge, Laura y Liz Ospino con su Fundación Ser Mejor.

“Es una entidad sin ánimo de lucro que desarrolla estrategias comunicativas e innovadoras para mejorar problemáticas sociales”.

Entre sus tareas está desarrollar programas para fomentar la adopción de estilos de vida saludables en jóvenes y adolescentes con el uso de herramientas.

Musicografía preventiva (que definen como la composición de canciones y difusión de música que hace apología a la salud), dramaterapia (teatro preventivo), risoterapia (chistes de prevención) lexicografía (diseño y uso de jerga juvenil en la comunicación con los jóvenes), charlas motivacionales y ludoterapia (a través del diseño y uso de juegos preventivos) son algunas de las herramientas con las que le llegan  a los jóvenes, transmitiendo un mensaje.

“Con nuestra labor te ayudamos a ser el ser que quieres ser”, ese es nuestro ideal dice Jorge Luis Ospino, Presidente de la Fundación.

Sus hermanas Liz y Laura son la Directora general y líder del Departamento administrativo, cumpliendo por separados con funciones que están enfocadas a un mismo fin: incentivar a través de campaña el respeto por el sexo y el consumo responsable de alcohol. Todo por una vida más responsable.

“Nuestros mensajes tienen un enfoque de prevención, no es prohibicionista. Así se genera conciencia”.

Por último, Carlos Polo señala que los emprendimientos sociales son una alternativa económica a problemas como fallos del mercado laboral, incapacidad de suministro de bienes públicos por parte del estado o problemas de condiciones de pobreza.